Samsung QLED Q7F 75” (2025): una pantalla que entiende cómo vivimos

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Samsung QLED Q7F 75” (2025): una pantalla que entiende cómo vivimos

Nicolás Cortés Mejía

31 de julio 2025 , 01:06 p. m.

31 de julio 2025 , 01:06 p. m.

Samsung QLED Q7F 75” (2025): una pantalla que entiende cómo vivimos

Usa inteligencia artificial para adaptarse automáticamente al contenido y al entorno, brindando comodidad y calidad sin complicaciones.

Nicolás Cortés Mejía

Cuando uno convive con una pantalla de 75 pulgadas durante más de dos semanas, el análisis va más allá de las cifras técnicas. Empieza a importar si el televisor se vuelve parte del espacio, si lo que muestra logra envolver, si suena bien sin molestar, si realmente se integra al ritmo de vida que uno lleva.

El QLED Q7F de Samsung no está diseñado para alardear: está pensado para acompañar. Y en eso, es excepcional.

Samsung QLED Q7F 75” (2025).
EL TIEMPO

Desde el primer momento se nota que está bien construido. Es un equipo grande, pesado, sí, pero eso lejos de ser un problema transmite confianza.

La pantalla no parece delicada ni frágil; más bien da la sensación de estar hecha para durar, para soportar el trajín del día a día sin temor. Una vez instalado, gracias a su diseño Slim Look, acabado negro y soporte ajustable, se integra con naturalidad en el entorno, sin ser el centro de atención, pero sí estando a la altura. Que el control remoto se recargue con luz también suma puntos: adiós a las pilas desechables.

La calidad de imagen es uno de sus puntos más sólidos. La tecnología QLED, basada en puntos cuánticos, permite alcanzar el 100 % del volumen de color, y eso se nota.

Los colores son intensos pero realistas, y gracias al procesador Q4 con inteligencia artificial, no hace falta tocar un solo ajuste para que todo se vea bien. La imagen se adapta sola al contenido y a la iluminación del ambiente. De día, de noche, con luces tenues o ventanas abiertas, el televisor se encarga de equilibrar brillo, contraste, nitidez. Ver una película, una serie o incluso noticias se vuelve algo más fluido, más natural.

Y cuando el contenido no es ideal —como videos en 720p o materiales antiguos en YouTube— el sistema de escalado hace un trabajo cuidadoso. Sí, en zonas oscuras puede notarse algo de pixelación, con bloques mal fusionados entre tonos de negro, pero en los elementos importantes —los protagonistas, los objetos en movimiento, las personas— la imagen es limpia, sin dientes de sierra, sin distorsiones. Eso es mérito del trabajo de IA, que parece saber exactamente en qué enfocarse.

El sonido también sorprende. Con solo 20 W de potencia, uno pensaría que sería limitado, pero está bien balanceado. Los bajos tienen presencia, llenan la habitación, pero sin invadir. Las voces son nítidas y los efectos, claros.

La tecnología Object Tracking Sound Lite logra una ligera espacialidad, el perfil adaptativo ajusta la escena según lo que uno está viendo, y Q‑Symphony permite que el sonido del televisor se complemente con una barra de sonido compatible. Es un sonido que no busca impresionar, sino funcionar. Y lo hace. En mi caso, no sentí que necesitara una barra de sonido adicional.

Al jugar, el Q7F ofrece una experiencia ágil. El modo automático detecta la consola al instante y ajusta todo para optimizar la respuesta. La Game Bar, que aparece con solo un clic, permite revisar FPS, cambiar el aspecto de imagen, activar zooms o reducir input lag.

Aunque tiene una tasa de refresco de 60 Hz —no 120 Hz como otros modelos enfocados a gaming— la mayoría de juegos en consolas como Xbox Series o PS5 corren precisamente a 60 fps, y el televisor los mueve con soltura.

Para juegos competitivos, preferí desactivar el suavizado de fotogramas, ya que sentí un pequeño ghosting o retardo. Pero para el resto, todo fluye, y eso basta para disfrutar sin interrupciones.

Una de las funciones que más me gustaron fue la integración con SmartThings, tanto desde el control remoto como desde el celular.

Desde la aplicación, el televisor se convierte en una especie de centro de mando, donde uno puede ver todos los dispositivos conectados representados como pequeñas ventanas o íconos interactivos: el Apple TV, el Xbox, el PlayStation, una barra de sonido, luces, cámaras o incluso el aire acondicionado. Y desde ahí, desde esa vista limpia e intuitiva, uno puede cambiar entre fuentes, encender y manejar dispositivos, y hasta controlar por completo la interfaz de otros equipos.

Además, ahora incluye una vista de mapa 3D del hogar que permite gestionar el ecosistema con claridad y contexto. Navegar por el menú del Xbox o del Apple TV sin tocar sus propios controles se vuelve algo cotidiano. Y esa sensación de fluidez entre dispositivos es lo que termina de cerrar el círculo: todo está conectado, todo se siente parte del mismo ecosistema.

Además, hay pequeños detalles que se van descubriendo con el uso. Como el fondo de pantalla generativo, que permite crear visuales personalizados con solo escribir unas palabras clave. O el modo galería que transforma el panel en una obra decorativa. Y si uno activa la vista de mapa 3D en la pantalla, el televisor se convierte en una interfaz desde la cual monitorear y controlar todo el entorno.

También hay un modo Karaoke, y funciones como Daily+ o Quick Remote que amplían la utilidad del equipo para quienes teletrabajan o usan el televisor como asistente diario.

Incluso en términos de eficiencia, hay decisiones bien pensadas: el consumo energético se regula con sensores de luz ambiental, y el modo AI Energy ajusta el brillo según lo que uno está viendo para optimizar la energía sin afectar la experiencia. Además, está fabricado sin materiales tóxicos y el control remoto SolarCell ayuda a reducir el impacto ambiental. En tiempos donde la sostenibilidad no es una opción sino una obligación, eso también se agradece.

Al final, lo que más valoro de este equipo es que no complica nada. Todo está optimizado para que simplemente funcione. Para que uno no tenga que ir a buscar la calidad, sino que la calidad llegue sola. Es un televisor que sabe acompañar: no exige, no distrae, no abruma. Solo se adapta, se ajusta, se pone a disposición.

Y eso, en tiempos donde todo parece diseñado para llamar la atención, se siente como un respiro. Porque no siempre se trata de tener lo más ruidoso, sino lo más coherente. Y el Q7F lo es.

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