El excanciller de Colombia, Álvaro Leyva, tiene claro que es objeto de seguimientos. Por eso, semanas después de abandonar el Palacio de San Carlos, en Bogotá, donde funciona la Cancillería, tras renunciar al cargo como jefe de la diplomacia del país, pidió seguridad al director de la Unidad Nacional de Protección (UNP), Augusto Rodríguez. Como era de esperarse, las respuestas no fueron satisfactorias. Al fin y al cabo, Leyva pasó de ser un soldado de la causa de Gustavo Petro a convertirse en uno de sus más fuertes contradictores.