Desde hace décadas, la transfusión sanguínea ha sido una herramienta clave para salvar vidas. Sin embargo, no todos los tipos de sangre son compatibles entre sí, lo que complica la atención en situaciones críticas como accidentes o cirugías. Esta limitación ha hecho que ciertos grupos sanguíneos, especialmente el O negativo, enfrenten una mayor dificultad al necesitar donaciones, ya que solo pueden recibir su mismo tipo.