El Petro más violento se quiere quedar

Agresivo, pendenciero, fuera de sus casillas, azuzaba a los suyos para que acosen con violencia a los legisladores cuando voten la consulta. Los acusaba, a gritos, de enviar a los paramilitares “la lista de decenas de miles de ciudadanos que iban a asesinar”. Y de aliarse con los jefes de las bandas criminales para rechazar su invento populista. “El pueblo se levanta y los derroca”, amenazaba. “Si hubiera existido un rey, le cortamos la cabeza”, bramaba, supongo que recordando que ingresó al M-19 para imponer sus ideas a bala.

El orfeón de petristas y los llegados del Cauca, en pago por los multimillonarios subsidios que reciben sus líderes, entonaban el “reelección”, “reelección”, “reelección”. Aunque el emperador se encontrara sobre una tarima hacinada de ministros, congresistas y altos cargos, hablaba para sí mismo, para saciar sus ambiciones personales.

Y en el colmo del desprecio hacia los 27 policías asesinados en el plan pistola y los 7 militares muertos en otro ataque terrorista, pidió un minuto de silencio por un militante de Colombia Humana. Lo habían matado cuando perifoneaba a favor de la consulta. Pudo Petro solicitar el homenaje para el petrista y los uniformados. Pero solo le importan los muertos si puede sacarles provecho político.

Obvio que también preocupa un mandatario apático ante el cúmulo de problemas del país. Que sea frívolo, vanidoso o un drogadicto sin remedio, como señala Leyva; que dedique tiempo a hacerse cirugías y retoques estéticos, a correrse inconfesables rumbas cuando se pierde y a soltar disparatadas ideas, como que nos alimentaremos del aire enriquecido y no necesitaremos producir comida. Pero lo más inquietante es su empeño por derribar los pilares del Estado de derecho para quedarse en el Palacio de Nariño más allá de su periodo constitucional.

Esta semana, por el grave apagón de España, pensé en las similitudes entre Petro y Pedro Sánchez, que también hace de la mentira, la trampa, el pisoteo a la Constitución y la incoherencia su norma de vida.

Ambos lideran Gobiernos de extrema izquierda repletos de ineptos, de mediocres, de individuos cuyo mayor anhelo es seguir en el poder al precio que sea, sin líneas éticas que los frenen. Lo sucedido en la península ibérica volvió a dejarlo patente. Sánchez no dio la cara hasta cinco horas después de iniciada la crisis energética y nada dijo de interés. Pero hizo una petición desde su burbuja palaciega demostrando que viven alejados de la realidad: solicitó restringir las llamadas para no sobrecargar la red. Como el Palacio de la Moncloa tenía luz e internet y podía utilizar el celular, desconocía que los demás españoles quedaron incomunicados y a oscuras.

No volvió a dirigirse al país hasta las 11 p. m., ya superado el problema, para repetir las mismas naderías. Al día siguiente, sin embargo, optó por reiterar el sempiterno discurso radical de la ultraizquierda planetaria: señaló sin pruebas ni argumentos técnicos a las compañías eléctricas y envió a agentes de inteligencia a sus sedes para investigarlas. Así difundía la recurrente mentira, igual que Petro, de que su Gobierno es víctima de los malvados empresarios.

Las redes sociales, entretanto, desnudaban al sanchismo. Un video reproducía una entrevista reciente de la tipa que Sánchez nombró al frente de la Red Eléctrica –entidad estatal encargada del suministro de energía– con el único mérito de ser una amiga íntima. Con la rotundidad propia del ignorante más atrevido, afirmaba que “en España tenemos el mejor sistema eléctrico del mundo (…) un apagón no puede existir en nuestro país”.

Al día siguiente del apagón, la señora sostuvo que no dimitía porque no cometieron errores. Se quedó feliz, dispuesta a cumplir su única obligación: mentir tantas veces como lo requiera el amo, aplaudirlo como entusiasta foca y defender sus planteamientos por falaces que sean.

NOTA: Admirable y ejemplar el comportamiento de la ciudadanía que Sánchez desprecia. Trancones de horas sin que sonara un claxon; jóvenes ayudando a sus vecinos ancianos; caminatas de horas para retornar al hogar sin quejas; ni saqueos ni robos amparados en la obscuridad…

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